La luna llena sobre París!
Lugares emblemáticos avistados: Perdí la cuenta.
Euros invertidos: Idem. Pero muchos.
No sé ni por dónde empezar. Han pasado tantísimas cosas de viernes a domingo que podría estar horas contándolas. Todo comenzó con la visita, el viernes por la noche, de mi querida Maruchi desde Angers. Lo que iban a ser un par de noches va a prolongarse unas cuantas más, porque aquí seguimos, de borrachera a resacón y tiro porque me toca.
Viernes noche: Tras una cena en Cockney, picnic a la francesa en el Sacre Coeur. Botellita de vin rouge (que por querer comprarla con tapón de rosca para su fácil apertura, más que vino era vinagre de módena), amigos (los que estaban en modo indigente, que ya van encontrando su sitio) , buena compañía y aires de fiesta. Como novatos que éramos aún (hoy ya somos expertos) pedimos recomendaciones al recepcionista del hotel (hay que tener a este hombre en mente hasta el final de la entrada), que nos dirigió a una «famosa» discoteca de Pigalle que resultó tener más fachada que interior. Antro. Antro total. Y nosotros, que estábamos estupendos, dando el cante. En vista de que no sabían servir ni un Gin Tonic en condiciones, la verdad es que la noche no se alargó más de la cuenta. Intentamos tomárnoslo con filosofía… imposible, lo juro. Todo lo que sacamos fue estupefacción y risas del tipo qué-hacemos-aquí. Tugurio. No-digo-más.
Al día siguiente, con resaca del Don Limpio Gel Activo con Bioalcohol para WC que nos habían servido, nos encaminamos hacia los Jardins des Tuileries, donde tenía lugar la glamourosa Fashion Week parisina. Atracón de gente guapa para después aprovechar la cercanía al Louvre y ver una buenísima exposición de pintura veneciana.
Cinco de la tarde, el estómago en los pies y con ganas de mambo, el que encontramos con más gente guapa y con el Chardonnay en el restaurante L’Avenue y con el posterior Sauternes frente a la torre Eiffel. La noche se presentaba estupenda con vistas a ir a Les Bains Douches, un famoso club de París. Volvimos a pagar la novatada porque, después de recorrer media ciudad, el tal Bains Douches estaba más extinto que Ramoncín. Eso explica que nos encontráramos a más de una vieja gloria por la calle con cara de melancolía y suspirando por ese escenario de su lejana juventud que ya estaba más off que los Tamagochis. Eso sí, había sido un sitio estupendo así que por lo menos buen gusto, tenemos. Esta vez, París no iba a poder con nosotros, así que fuimos precabidos y nos llevamos varios lugares como segunda opción. Y a uno de ellos fuimos. Queen, en Champs Elyssees (en francés, todo suena mejor). Otro lugar gay-friendly con una música increíble, un sitiazo, y un ambientazo fenomenal. Problema, de nuevo, que las copas como en España, en ningún sitio. Demostrado. Para ellos el Barceló es un invento por descubrir y el sifón y el cubata aguado, el pan nuestro de cada día. Amén. Evidentemente, al terminar la noche, y para rebajar ese aguachirri malvado que habíamos ingerido en grandes dosis, vimos el cielo abierto en una hamburguesería cercana. La Noche en Blanco parisina no sólo abre las puertas de los museos, si no también las de tu estómago ofreciéndote a tempranas horas matutinas importantes cantidades de comida basura. Qué bien. Pues como cerdos nos pusimos después de haber quemado bailando el Carpaccio y los Tomates Bio (¿?) de L’Avenue.
Y llegó el domingo, día del señor, y con él las más gente nueva. Guapa, y nueva. Volvimos a L’Avenue y de ahí al fabuloso Hotel Costes, donde continuamos con nuestra nueva aficción a los vinos franceses, al foie y a los rollitos nems, mientras disfrutábamos también de la música chill y de los estilismos de Jaime de Marichalar. Y como la noche es joven (y el día también) y en París siempre hay planes, nos marcamos una turistada (eso sí, con mucha clase) y al Lido que nos fuimos, a disfrutar de la revista y del champán (aún así, no me olvido del Moulin Rouge, continúa pendiente) Menos mal que es cierto que el alcohol hace olvidar (a medias) porque casi perecemos en plenos Campos Elíseos en accidente automovilístico. Como lo leeis… La noche parecía ver su fin, pero no, fue sólo el principio.
Tras el espectáculo del Lido terminamos en BC, un exclusivo club en el que nos volvimos a deshacer bailando y bebiendo vodka cual agüita del grifo. Personajes curiosos, muchos. Entre ellos, una monadita interesante que me estuvo dando la chapa con la pierna de un maniquí que llevaba consigo. Muy fuerte, y muy borracho. Risas abundantes y, después, objetivo perdido… Lástima!! Perdido porque nos agarramos una muy mítica (unos más que otros). Después de pasar a recoger provisiones chez une amie (una caja de queso Président), nos ganamos una expulsión de nuestro taxista (al que habíamos tardado largos minutos en encontrar). Los motivos, varios, principalmente el deseo de Maruchi de abrir la puerta del coche en marcha y el olor a pies del queso que, por supuesto, ya habíamos abierto (olor que aún persiste en la habitación del hotel, e imagino que asimismo en el Taxi aquel)
Allí estábamos, borrachos, descalzos por París, suplicando por otro Taxi. Se hizo la luz, nos recogieron y llegamos sanos y salvos a nuestro hotel pilingui, exceptuando los ideales zapatos de Maruchi que puede que sigan dando vueltas por París en la parte de atrás del Taxi…
Llegada a la habitación previo show de Maruchi en recepción, Maruchi Cojona cae muerta y yo bajo a disculparme con el recepcionista y a pedirle por favor una solución para rescatar los zapatos. Solución, ninguna, pero (violines de fondo) a mi se me suelta la lengua francesa y me quedo dos horas con el amable recepcionista que resulta ser encantador. Cerca de las 8 de la mañana y con Maruchi en el octavo sueño, nos damos los teléfonos, correos y Facebooks y quedamos en practicar francés más a menudo… Eso es una noche bien aprovechada y, lo demás, tonterías…
Mi cuerpo hoy se resiente, el de Maruchi no responde, menos aún cuando caigo en la cuenta de que tengo que volver a renovar mi reserva en el hotel porque no he mirado un mísero alojamiento para mi estancia en esta fabulosa ciudad… Y mañana, reunión en la Universidad (palabra de la que había olvidado el significado)
Pequeños míos, juro estabilizarme y encontrar un sitio donde meterme… Aunque con los servicios tan estupendos que ofrece este hotel no es tan fácil irse…
Os dejo fotitos varias, si las queréis al completo, nos vemos por redes sociales.
Bisous!